Cactus, magueyes y guardianes del paisaje xerófilo
Teotihuacán es más que su zona arqueológica: es un territorio vivo, una herida de historia que aún late bajo el sol del altiplano. Aquí, entre las antiguas calzadas que un día caminaron los constructores de las pirámides del Sol y la Luna, crece una vegetación que parece brotar desde lo más profundo del tiempo.

Entre piedras volcánicas, ruinas monumentales y tierras rojizas, el paisaje vegetal que rodea a Teotihuacán es testimonio de resistencia y sabiduría. No se trata de un desierto, aunque el entorno pueda parecer árido. Este ecosistema pertenece a lo que científicamente se conoce como matorral xerófilo, una comunidad de plantas adaptadas a sobrevivir con muy poca agua, en climas secos, ventosos y soleados.
¿QUÉ SIGNIFICA “XERÓFILO”?
La palabra xerófilo proviene del griego xeros (seco) y philos (amigo de). Es decir, las plantas xerófilas son aquellas que “aman la sequía”. En vez de luchar contra la falta de agua, han evolucionado para aprovecharla al máximo. Muchas almacenan líquidos en sus tejidos (como los cactus), otras desarrollan hojas pequeñas o cubiertas de ceras y espinas para evitar la evaporación.
Este tipo de vegetación no solo es bella, también es sabia. Conserva la memoria de los climas, los suelos, y las formas de habitar que nuestros antepasados conocieron.
LAS ESPECIES QUE HABITAN EL VALLE
En Casa Obsidiana, cada mes creamos una imagen que honra el espíritu del Valle de Teotihuacán. Para junio, decidimos celebrar a estas especies resistentes que forman parte del paisaje cotidiano:
- Yucca brevifolia: más conocida como Joshua Tree, esta planta escultural evoca un carácter sagrado y onírico. Aunque no es nativa del Valle de Teotihuacán, su forma fue inspiración visual para esta pieza.

- Yucca filifera: una especie originaria del centro de México, fácilmente reconocible por sus altos troncos y largas hojas con hilos plateados. Está profundamente ligada al paisaje del Altiplano.

- Nopaleras: presentes en casi todo México, los nopales no solo alimentan, también sanan. En Teotihuacán crecen entre muros antiguos y senderos de piedra, como si el tiempo no pasara por ellos.

- Agaves: símbolos de abundancia y ritual. Utilizados desde tiempos ancestrales para producir pulque, para tejer, curar o construir, sus formas geométricas reflejan una simetría natural que dialoga con la arquitectura misma de Teotihuacán.

Estas plantas no son solo paisaje: son herencia. Son guardianas de la tierra. Son parte del mismo espíritu que levantó las pirámides hace más de mil años.
NOTA ECOLÓGICA Y CULTURAL
El Valle de Teotihuacán se encuentra en una región de clima semiárido templado, ubicada en el Altiplano Central de México. Aunque no es un desierto, su vegetación pertenece al ecosistema de matorral xerófilo, caracterizado por la presencia de plantas resistentes a la sequía, suelos minerales y un clima con lluvias escasas concentradas en verano.
Esta vegetación no solo sobrevive, sino que sostiene una biodiversidad importante y está íntimamente ligada a las prácticas tradicionales, la medicina herbolaria y la gastronomía del centro de México. A través de estas especies, el paisaje sigue hablando. Y nosotros, si lo escuchamos, podemos seguir aprendiendo de él.