La pirámide de la luna marcó el eje de orientación astronómica de Teotihuacán

Un nuevo estudio realizado por investigadores mexicanos plantea la posibilidad de que la colosal Pirámide de la Luna, en el sitio arqueológico de Teotihuacán, pudiera haber constituido el eje de orientación astronómica de esta antigua ciudad mesoamericana.

En náhuatl, lengua hablada por los antiguos mexicas o aztecas, Teotihuacán significa “el lugar donde los hombres se convierten en dioses”. Situada a poco más de 40 kilómetros de Ciudad de México, Teotihuacán fue, durante ocho siglos, una metrópoli que en su época de mayor esplendor, conocida como fase II (100 a 350 d.C.), llegó a alcanzar los 125.000 habitantes.

Durante este período se construyeron algunos de sus monumentos más emblemáticos: la Pirámide del Sol, la Pirámide de la Luna, la Calzada de los Muertos y la Ciudadela con el Templo de la Serpiente Emplumada. Asimismo, el trazado urbano de la ciudad presenta dos tipos de orientaciones ligeramente diferenciadas: por un lado, astronómicas y por otro, topográficas.

Hace un tiempo, los arqueólogos creían que la parte central de la ciudad, incluida la Calzada de los Muertos, estaba orientada a la Pirámide del Sol, mientras que la parte sur se orientaba a la Ciudadela. Pero ahora las cosas parecen haber cambiado gracias a una nueva hipótesis.

NUEVO CÁLCULO ASTRONÓMICO

Planteada por investigadores de Arqueoastronomía de la Universidad del Tepeyac (UT) y de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), dirigidos por Ismael Arturo Montero García, la nueva teoría sugiere que la Pirámide de la Luna pudo marcar el eje de orientación astronómica de la antigua ciudad de Teotihuacán.

Imagen de la Pirámide de la Luna que muestra su planta rectangular. La línea roja señala las direcciones por las que se levanta y oculta el Sol en cada solsticio.

INAH

De hecho, la propuesta, realizada por los arqueólogos Aarón González Benítez y Rafael Morales Orozco y la geógrafa Anabell Pérez Flores, señala que los vértices de la Pirámide de la Luna están alineados al noreste con el amanecer del solsticio de verano y al suroeste con el atardecer del solsticio de invierno. Las imágenes que, según los investigadores, lo corroboran, se tomaron con un dron.De hecho, la propuesta, realizada por los arqueólogos Aarón González Benítez y Rafael Morales Orozco y la geógrafa Anabell Pérez Flores, señala que los vértices de la Pirámide de la Luna están alineados al noreste con el amanecer del solsticio de verano y al suroeste con el atardecer del solsticio de invierno. Las imágenes que, según los investigadores, lo corroboran, se tomaron con un dron.

Así, durante el día más largo del año puede observarse cómo desde lo alto de la Pirámide de la Luna, el Sol se levanta al amanecer sobre el volcán Xihuingo (el cual funcionó en el pasado como un observatorio para calibrar el calendario), mientras que durante el ocaso se oculta detrás del cerro Maninal, situado al oeste.

EL EDIFICIO MÁS IMPORTANTE

Este estudio difiere de modelos anteriores, que centraban su atención en la Pirámide del Sol. Para los autores de esta nueva teoría, la Pirámide de la Luna es la edificación más importante de Teotihuacán ya que proporcionaba el volumen necesario para crear un efecto de frontalidad. “El volumen de la Pirámide de la Luna establecía una relación proporcional con la delimitación perimetral del espacio. Esta frontalidad contenía las visuales, como un eje longitudinal que remataba visualmente con las fachadas de los demás edificios”, señala Montero García.

Vista hacia el sur desde la Pirámide de la Luna. La trayectoria de la línea roja pasa sobre la parte alta de la Pirámide del Sol.
Arturo Montero (INAH)

Según Montero, “la clave es la orientación al oeste de la escalinata de la Pirámide del Sol, que señala el ocaso del astro los días 29 de abril y 13 de agosto, 52 días antes y 52 días después del solsticio de verano. Y al amanecer, desde lo alto del edificio, se tienen los días 12 de febrero y 29 de octubre, igualmente, 52 días después y 52 días antes del solsticio de invierno”.

EL CICLO DE 52 DÍAS

La relevancia del número 52 en la cosmovisión prehispánica surgió del criterio de que cada 52 años se completaba un ciclo, conocido como Fuego Nuevo, de 18.980 días, denominado xiuhmolpilli, que hacía posible calcular la rueda calendárica que combinaba el xihuitl, año de 365 días, con el calendario ritual de 260 días, llamado tonalpohualli.

“Tomando como referencia el lado este de la pirámide, y al trazar una perpendicular justamente a la mitad, tenemos los días 29 de octubre y 12 de febrero. Si repetimos el ejercicio del lado oeste, obtenemos las alineaciones para el 29 de abril y el 13 de agosto. El templo en su cima (hoy inexistente) permitía ver al Sol rasante, alineado al muro de acceso en la fachada, en lo que se define como alineamientos laterales”, concluye su exposición Montero García.

Nota original de nationalgeographic.com.es